El físico y epistelmólogo residía en Canadá hace más de cincuenta años.
El filósofo argentino Mario Bunge murió a los cien años en Montreal (Canadá), ciudad donde residía tras ocupar desde 1966 la cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill, informó la Fundación Princesa de Asturias, que en 1982 le concedió el galardón de Comunicación y Humanidades.
Físico y filósofo, Bunge fue autor de una abundante producción filosófica centrada la Metodología y Filosofía de la Ciencia tras recibir una formación de corte humanista y filosófica basada en la lectura de los clásicos de la literatura y de autores como Hegel, Marx, Freud y Rusell, de los que más tarde se distanciaría críticamente.
Procedente de una familia alemana emparentada con españoles oriundos del País Vasco y de Asturias, estudió física y matemática en la Universidad Nacional de La Plata, y tras ser el cofundador en 1944 de la prestigiosa Asociación Física Argentina vio truncada su carrera universitaria a causa de sus compromisos éticos y políticos.
A la caída de Perón, fue reincorporado en la Universidad de Buenos Aires y nombrado catedrático de Física Teórica y de Filosofía de la Ciencia hasta que abandonó su país en 1963 y pasó por universidades norteamericanas y alemanas. Se instaló finalmente en 1966 en la Universidad McGill de Montreal, Canadá.
Fundador de la revista de filosofía Minerva (1944-45), fue cofundador de la Asociación Rioplatense de Lógica y Filosofía Científica (1956), de la que fue presidente. Irrumpió como autor en 1959 en el campo de la Teoría de la Ciencia con su obra “Causality: The Place of the Causal Principle in Modern Science”, traducida a siete idiomas, y en la que defiende un principio ampliado del determinismo en la ciencia moderna.
En 1967 publicó su tratado de teoría de la ciencia, “Scientific Research”, traducido dos años después al castellano, y cuya repercusión entre los estudiosos de la filosofía de la ciencia ha sido notoria.
Entre sus obras en lengua castellana destacan además “Teoría y realidad”, “Filosofía de la física”, “Epistemología, Materialismo y ciencia”, “El problema mente-cerebro” o “Economía y filosofía” y entre 1969 y 1989 Bunge trabajó en la construcción de un sistema filosófico que abarca la ontología, la semántica, la teoría del conocimiento, la filosofía de la ciencia y de la tecnología, la teoría de valores y la ética.
Distinguido con dieciséis doctorados honoris causa y cuatro profesorados honorarios, en 2009 recibió el Guggenheim Fellowship y en 2014 el Premio Ludwig von Bertalanffy después de que en 1982 le fuera concedido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en la segunda edición de los galardones que llevan el título del heredero de la Corona española.
El jurado destacó su contribución al análisis y fundamentación de teorías en el campo de las Ciencias Naturales y Sociales con una larga serie de trabajos que vienen influyendo grandemente en la investigación que se realiza en estas materias tanto en España como en Hispanoamérica, según recogía el acta.
Tras conocer el fallecimiento de Bunge, la directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, ha mostrado su pesar por la muerte de “uno de los filósofos y pensadores más influyentes del siglo XX, con una obra fecunda, una intensa y fructífera labor docente e investigadora y un amplísimo y profundo conocimiento”.
Según Sanjurjo, obras como el “Tratado de Filosofía” son un ejemplo de la trascendencia de su labor y un símbolo de los valores que se le reconocieron con el premio y recuerda “con más intensidad que nunca” su magnífica obra, su dedicación y sabiduría, “así como la muy positiva influencia que su obra ha tenido en otros investigadores y profesores de todo el mundo”.