En el aeropuerto de Ezeiza.
Tras vacacionar en Shanghái y Zhangjiajie, una muy cercana a Wuhan, donde se inició la epidemia, el grupo de 18 turistas regresó a la Argentina el pasado 29 de enero, en pleno brote de coronavirus, y denunciaron que nadie los controló en el aeropuerto de Ezeiza.
Si bien, al llegar a China, recién comenzaban los rumores sobre el coronavirus, el grupo debió adelantar su regreso, ya que en pocos días la epidemia comenzó a dejar vacías las calles de las ciudades que visitaban y hasta corrían riesgo de no poder salir del país asiático.
Viviana Herrera, una médica jubilada de Río Negro contó a Clarín que cuando pisaron China había señales mínimas sobre la situación sanitaria, la información en los medios nacionales era escasa y, de todos modos, estaba expresaba en otro idioma, comentó la mujer.
Con el correr de los días, las evidencias sobre la enfermedad comenzaron a quebrar al grupo, en su mayoría compuesto por porteños: “Estábamos preocupados, una persona del grupo se puso a llorar, hubo otro caso de alguien con diarrea. Nosotros como gente de la salud tratamos de contenerlos. Yo averigüé que la diarrea no era parte del cuadro”, explica Herrera. La decisión fue unánime había que partir antes de que se cerraran las fronteras, contó.
Decidieron adelantar el regreso y llegaron al país, tras firmar una declaración jurada, donde aseguraron que no tenían síntomas de coronavirus.
Al llegar al país, el grupo se colocó barbijos y así atravesaron la Aduana. “No nos preguntaron ninguna cosa. Hicimos los trámites y pasamos”, apunta la médica. La situación se repitió en el aeropuerto de Neuquén, contaron.
Por propia decisión, tanto la médica jubilada como su acompañante en el viaje iniciaron un proceso de aislamiento en su domicilio, hasta comprobar que no presentaban síntomas. Los demás miembros del grupo también se encuentran saludables.