En el sector de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) del Hospital Muñiz abrieron el 2 de enero de este año un documento de Excel en el que registran todos los casos de sífilis que diagnostican. “Estamos viendo alrededor de 50 casos por mes de sífilis infectante. Y por cada caso índice se calcula que hay 10 no detectados.
Los profesionales de la salud recurren a adjetivos para dimensionar lo que está pasando con la sífilis. Hablan de un “fenomenal” y “alarmante” aumento, que ya no les genera sorpresa pero sí creciente preocupación. Según Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y director de Investigaciones Médicas en la Fundación Huésped, el alza “se está viendo desde hace varios años en hombres que tienen sexo con hombres, en mujeres transgénero, pero también en la población en general”.
“El personal de salud está sensibilizado, percibe un aumento en toda la población, en gente joven especialmente. La sífilis no discrimina: como el VIH, se encuentra en cualquier estrato social”, añade Analía Urueña, infectóloga de Helios Salud, consultora hasta el mes pasado de Unicef e integrante de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
De esa amplitud da cuenta también el infectólogo Jorge Lattner, quien reparte su actividad entre un coqueto sanatorio privado -donde trabaja hace una década- y el hospital público. “En los últimos dos años vimos un aumento de sífilis congénita en el Otamendi, cosa que antes no ocurría y ahora sí. En el Fernández estamos poniendo entre 10 y 15 penicilinas por día -el antibiótico con el que se trata la infección-, y eso tampoco pasó nunca”.
Menos VIH, más sífilis
En Argentina, la tasa de casos reportados en varones y mujeres se cuadruplicó entre 2013 y 2018 (creció un 330%: pasó de 11,7 a 50,4 cada 100 mil habitantes), con un pico en el grupo de los jóvenes de 15 a 24 años. En 2018 se notificaron 22.428, casi un 16% más que en 2017. También crecen año a año los casos de sífilis congénita (transmitida de madre a hijo durante el embarazo).
Las estadísticas del Hospital Muñiz -especializado en enfermedades infecciosas- dan cuenta de ese frenético avance: en los 10 años transcurridos entre 1998 y 2008 registraron 1.541 casos de sífilis temprana (dentro del primer año de adquirida la infección), una cifra cercana a los 1.236 diagnosticados en apenas la tercera parte del tiempo, de 2014 a 2017. El promedio anual de ese trienio da 412. En 2018 hubo 481 casos. El Excel abierto a comienzos de 2019 contabilizaba 376 a mediados de agosto, cuando todavía faltaban más de cuatro meses para abrir un archivo nuevo.
Lo que ocurre en Argentina se replica a nivel mundial. El descenso constante en el número de casos registrado en el último tercio del siglo XX se revirtió en forma contundente. En Europa también se registra un aumento en la última década. En 2017, la tasa se disparó 70% respecto de 2010. Y por primera vez desde inicios del milenio el viejo continente registró más casos de sífilis que nuevas infecciones por VIH, según un informe reciente del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC).
El preservativo ausente
¿Cómo se explica que la sífilis, que durante los siglos XV y XVI afectaba al 15% de la población europea y ocasionaba miles de muertes reemerja con fuerza -porque nunca fue eliminada- en pleno siglo XXI, cuando es bien sabido que una conducta sexual segura previene la transmisión?
“Las razones que explicarían este hecho incluyen cambios en las conductas sexuales, el uso de drogas de diseño y, sobre todo, la reducción de las medidas de protección en las relaciones sexuales. Este cambio de tendencias ha coincidido con la mejoría en el pronóstico de las personas con VIH tras la introducción del tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARV), que parece haber llevado a una cierta ‘relajación’ en las medidas de prevención”, sostiene el Boletín sobre el VIH, sida e ITS de 2018 elaborado por la Secretaría de Salud.
Qué es la sífilis
La sífilis es una infección producida por la bacteria Treponema pallidum (TP), que se transmite fundamentalmente por contacto sexual y vertical (durante el embarazo o el parto). Su evolución se divide en varias etapas: primaria, secundaria, serológica o latente y terciaria.
Una pequeña llaga o úlcera llamada chancro es su primera manifestación. Suele aparecer en la boca, el ano, el pene o la vagina. “En general es indolora y se cura sola, por lo que a veces el paciente no consulta -o consulta y lo diagnostican mal-, no hace el tratamiento correcto y la enfermedad avanza, por más que las lesiones se vayan. Aún sin síntomas, en esta etapa la infección se transmite. Obviamente, cuando hay lesiones y son mucosas, es más infectante”, explica Leiro.
Si no se trata la infección, las lesiones -en el caso de que las haya- desaparecen espontáneamente y la infección permanece “dormida” durante un buen tiempo, sólo detectable a través de pruebas de laboratorio. Varios años después sobreviene la etapa terciaria, cuyos síntomas pueden incluir dificultad de movimiento de brazos y piernas, parálisis, entumecimiento, ceguera y enfermedades del corazón. De uno a cuatro pacientes no tratados pueden padecer neurosífilis en cualquiera de las etapas de la enfermedad.
La proporción de positividad en las pruebas que se les realizan a las mujeres embarazadas se duplicó de 2013 a 2018 (pasó del 2% al 3,8%). El Boletín sobre sida e ITS destaca también una de las aristas más preocupantes del problema: la cantidad de niños y niñas con sífilis congénita crece año a año. “La mayor gravedad de la sífilis hoy en día es la congénita. Del Garrahan nos derivan a los papás de los chiquitos que internan”, dice Leiro desde el Muñiz.
La sífilis congénita puede producir aborto (muerte dentro del útero) o mortinato (feto que nace muerto). El riesgo en los nacidos vivos son las malformaciones, que se están viendo cada vez más. “Pueden ser de tipo neurológico (aparejadas de mayor mortalidad), osteoarticular, oculares, auditivas, trastornos respiratorios (neumonitis alba), que en algunos casos condicionan la vida”, apunta Urueña, ex asesora de Unicef.
En el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, “en los últimos cinco años estamos viendo un aumento en los casos de sífilis congénita tardía. Son los chicos que nacen sanos, que escapan a los controles de las maternidades y a los dos o tres meses manifiestan síntomas -dice Altcheh-. La mayoría anda bien. Pero tenemos casos con daño renal importante y fallecidos por esa causa, y con daño importante a nivel articular”. Y concluye: “Esto tiene tratamiento. No es difícil hacer el diagnóstico, pero hay que hacerlo en tiempo y forma”.